martes, 18 de octubre de 2011

El hombre ama la irracionalidad. Cobra placer de sus incongruencias. Se siente satisfecho de hilvanar un pensamiento ajeno a su modus operandi. ¿Quién no se ha sentido así? Creo fielmente en la causa de cada persona. Todos tenemos algo que hacer. Yo tengo cosas que hacer. Cosas complejas. Y no las hago porque cometo errores. Cometo estupideces. Creo en los errores autoinflingidos. Yo provoco mis errores para sentir que domino mi destino. Qué tremendo es arruinar un éxito propio. Es delicioso ver cómo todo va cayendo con singular lentitud a tu alrededor. Todos esos pilares que te costaron sangre y sudor cayendo como árboles en un huracán de paranoia mental. Sientes aquel terror de acabar con lo que sea y que no te vayas a quedar con nada. Estás a la expectativa de que un nuevo comienzo te sentará bien. Conforme con destruirte, con destruirlos, con destruirla. Tremendo.

Fuerte, ese sentimiento que te invade, que te limita. Aunque quieras, lo arruinas. Como este texto. Lo arruinas.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Tiemblo

Me empeño en verte por la comisura de mis de  dos.

  Aunque sea poquito, me asomo entre mis manos como a pena do.

    Primero tiemblo, luego volteo los ojitos.