martes, 27 de abril de 2010

la vida de un pez dorado es triste (memoria de 3 segundos).

...¿por qué no puedo ir más allá de esta barrera invisible?

...¡pzschhh!

...¿por qué no puedo ir más allá de esta barrera invisible?

...¡pzschhh!

...¿por qué no puedo ir más allá de esta barrera invisible?

...¡pzschhh!

...¿qué soy exactamente?...

...¡¡¡pzschhh!!!

jueves, 15 de abril de 2010

de actitud y otras tonterías.


clac.

la imponencia de una mujer se mide en cuánto (y de qué
manera) sus tacones resuenan al golpear el suelo.

uno se puede dar cuenta fácilmente de una mujer con las
mismas características mentales dictatoriales de Hitler
(quien no usaba tacones) al oír cómo sus taconazos impo-
nen sobre el sonido general de una fiesta, misa, funeral o in-
cluso hasta en un estadio.

podemos encontrar una dama respetable y cortés cuando
vemos que al tocar el piso con su calzado intenta hacer
el menor ruido posible para no distraer a la gente de sus
conversaciones sin importancia, y evitar llamar demasiado
la atención (la búsqueda de la misma -aunque suele ser un
placer culpable- demuestra la poca educación que se recibió
de pequeño).

al igual que en todo, hay otra cara de la moneda, la cual es
comprendida por la mayoría de la población femenil en el
mundo: aquellas que no saben caminar con tacones y no saben
utilizarlos para demostrar una actitud correcta o neurótica
(según sea el caso) ante las personas.

esto termina con nuestra salud mental, al oír constantes (pero
irregularmente aplicados) pasos sobre el mármol. Éste no
tiene un enemigo peor que los tacones, mas que cuando al-
guien accidentalmente arroja un líquido de color intenso
(morado puede ser) sobre él.

clac, clac, cloc, clac.



martes, 6 de abril de 2010

"al andar por la playa" o "karma"

Y corría, con la brisa pegajosa golpeándole la cara y el
pelo, dejándole minúsculos granos de arena hecha de
piedras y conchas disueltas a través del tiempo.

Y reía, mientras saltaba y corría. Esa risa entre cacara-
queo y burla, algo poco usual para un niño de corta edad.

Iba corriendo para escapar de los tristes y enojados niños
a los cuales les había destruido su castillo de arena por
medio de unas rápidas y certeras patadas.

El niño solo volteó a ver hacia atrás para asegurarse de haber
hecho el mayor estrago posible.

¿Por qué? Por el simple hecho de hacerlo. El volver a pensar
en lo que hizo le dio nuevas ganas de reír.

Esto no sucedió gracias a que tropezó, dándose de lleno
con la arena, con sus dientes masticando un sabor como
a pescado podrido.