Tu pasado puede frenarte. Viejas
amistades que a veces refrescan la herida en vez de hacerla cicatrizar. Huellas
de todos esos errores de los que no te arrepientes pero que sigues viviendo sus
consecuencias todos los días. Te frena. Duele como el mismo infierno. No te
permite avanzar y cometer nuevos errores y obtener nuevas victorias. Estás
dentro de un molde que no te deja limar todas esas asperezas y astillas para tu
continua evolución. Tus estereotipos pesan toneladas. Te sigues definiendo por
las mismas características que te definían hace años. Sigues reviviendo miles
de antiguos corajes, saboreando unas cuantas viejas glorias, todo por el vil
recuerdo de tus amistades, lugares frecuentados.
Lávate la cara. Empieza de nuevo. “Mi
nombre es...”. Reinicia. Puedes mejorar y puedes aprovechar esas experiencias.
Valora tu camino recorrido. Échale un vistazo, pero no te quedes viéndolo. Te
hará tropezar. Mira hacia adelante, busca las montañas, el aire fresco, el sol.
No eres tú sin tu pasado, pero no te harás alguien mejor reviviéndolo todos los
días. Estás a tiempo. Te queda el resto de tu vida por delante.