jueves, 11 de diciembre de 2008

Los Tres Niveles.

Los Tres Niveles
Respiro. Nada.
No sentía nada. ¿Qué pasaba? Quien sabe. No lo sentía. Era un respiro hueco, sin profundidad, sin el sentir de los pulmones satisfechos con las bocanadas de oxígeno que recibía él cada vez que abría la boca.
¿Será? No. No puede ser. Soy joven. Tengo una vida por delante. ¡Debe haber una explicación!
Paró. Se detuvo. Cayó al suelo, seco, frío, duro. No sintió nada. De hecho, fue lo primero que “sintió” al morir.
Se levantó después de un año pegado al duro y frío suelo. Abrió los ojos y ahí estaba. Una sencilla puerta negra. Quiso entrar. No recibió respuesta al tocar. Intentó abrir y estaba cerrada. Algo en su instinto le decía que esa puerta estaba mal. Lo que había dentro estaba mal. Y lo quería.
Vio otra puerta. Era blanca. Tocó, Le abrió un hombre con una cara serena, casi feliz. Le dejó entrar. Entró con desdén. No lo quería, pero tuvo que aceptarlo, o quedaba para siempre en ese cuarto con el suelo frío.
Entró y quedó cegado por una luz intensa, y el se sintió apenado. Se sintió una minúscula partícula de polvo frente a esa inmensidad infinita que representaba la luz cegadora.
Sonrió.

1 comentario:

Fernando Cantú dijo...

tus short stories son la mamada!!
sigue con el buen trabajo