domingo, 14 de agosto de 2011

aquellas veces que no hay de qué escribir


Me recargo en mi asiento de la sala de espera en el aeropuerto buscando una manera de mejorar estéticamente mi caligrafía. Veo las noticias sin concentrarme, volviendo mi atención a los diferentes acentos que mi mente alcanza a detectar:

¿Qué decís? Can we get some water before the plane arrives? Chingao, se me quedó el regalo en el hotel.

1 comentario:

Juan Ojeda dijo...

No son pocas esas veces.