viernes, 13 de agosto de 2010

la cigarra

Había una vez, una pequeña cigarra muy simpática, que cuando
aprendió a hacer su sonido chirriante se volvió muy feliz.

Pero un fatídico día se dió cuenta de que todos sus hermanos y
hermanas cigarras hacían el mismo sonido que ella, lo cual
la entristeció profundamente hasta el grado de considerar llamar
a la línea caliente suicida.

Poco tiempo después se dió cuenta que podía cantar hermosa-
mente. Durante algunos meses practicó en secreto en tiempos
libres que tenía entre su trabajo y su familia.

Al fin, en una fiesta de la colonia les reveló a todos su secreto.
Sin esperar reacción alguna de sus vecinos comenzó a cantar.

Cantó como nunca antes había cantado en su cortísima vida.
Cantó "El Rey" y pegó todas las notas de la canción: podría
decirse que cantó mejor que Vicente Fernández, incluso me
atrevería a decir que mejor que Don José Alfredo Jiménez.

Hasta el último verso, la pequeña cigarra dio lo mejor de sí
misma... Puso toda su energía en cada una de las palabras que
cantaba "¡Y mi palabra es la leeey!"

Al terminar de cantar la cigarra, totalmente exhausta,
volteó a ver a su sorprendido público, quienes al notar su
gran originalidad juzgaron correcto llevarla a juicio, donde
un tribunal de cigarras la condenó a la pena de muerte por
su "alteración del orden público y por su falta a la moral".

En su solitario funeral se oyó en la radio "El Rey"... No sin
poca interferencia con la única otra estación que había en el
país después de que el presidente expulsó a las demás del aire.

2 comentarios:

-"- JAMES -"- dijo...

me agrado el de la cigarra jajaja ahi luego te das la vuelta por el mi carnal cuidese

Fernando Cantú dijo...

excelente jajajajaja en serio que sí